miércoles, 18 de septiembre de 2013

El efecto pigmalión y la profecía autocumplida

El efecto pigmalión es llamado así por la mitología griega. Pigmalión era un artista que creó una escultura de piedra a la que llamó Galatea y se enamoró perdidamente de ella. La amaba tanto que le pidió a la diosa Afrodita que la convirtiese en una persona real. Muy parecida es la argumentación del cuento de Pinocho, donde un muñeco de madera se convierte en un niño por el afecto que le tiene su creador, Gepeto.

Pigmalión y Galatea convertida en mujer
En un estudio que se hizo, se le dijo a un profesor que algunos alumnos, previamente seleccionados al azar, tenían más capacidad de aprendizaje y mejores notas que los demás.

Cuando pasaba el tiempo, lo que le habían dicho al profesor de que ciertos alumnos eran muy buenos en los estudios se iba cumpliendo, sin él saber que habían sido seleccionados aleatoreamente. Los que el profesor creía que irían bien, fueron bien en los estudios, y los que no, fueron mal en los estudios. 
Así es como ocurrió el efecto pigmalión.

El efecto pigmalión, que vendría a ser a escala personal una profecía autocumplida, no solo ayudan a poder conseguir aquello que queremos alcanzar, sino que también pueden actuar para mal, como cuando por ejemplo, creemos firmemente en que algo nos va a salir mal, nos sale mal no por factores externos, sino porque nos hemos comportado de tal manera que ha hecho que nos saliese mal.

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